sábado, 9 de agosto de 2014

3° Roberto Arlt y La isla desierta


BIOGRAFÍA
     Roberto Godofredo Christophersen Arlt nació en Buenos Aires el 2 de abril de 1900. Era hijo de Karl Arlt y Ekatherine Iostraibitzer. Su infancia transcurrió en el barrio porteño de Flores. A los nueve años de edad fue expulsado de la escuela primaria. Fue un niño de carácter nervioso, la lo que no ayudó la ecuación rigurosa y disciplinada que su padre le brindó.
     Ya de adolescente Roberto Arlt descubrió el esperanto y comenzó a frecuentar la biblioteca anarquista de su barrio. Se fue de casa a los diecisiete años y sobrevivió realizando toda suerte de oficios: pintor de brocha gorda, ayudante en una librería, aprendiz de hojalatero, peón en una fábrica de ladrillos y estudiante fracasado de la Escuela de Mecánica de la Armada, pero ya en 1920 publicó Las ciencias ocultas Buenos Aires y en 1922, se inició en el periodismo escribiendo en el periódico Patria, que pertenecía a la Liga Patriótica Argentina, organización paramilitar, católica y ultraderechista, por lo que duró poco su colaboración.
      Más adelante escribiría para Izquierda, Extrema Izquierda y Ultima Hora. En 1926 apareció publicada su primera novela, El juguete rabioso. Comenzó en esta época a escribir en la revista Mundo Argentino. Dos años después ya era redactor de los diarios El Mundo, Crítica y La Nación.
     En 1929 la editorial Claridad publica su segunda novela, Los siete locos. Sus cuentos se publican en El Hogar, Metrópolis, Azul, mientras sus aguafuertes ya son famosas y esperadas. En 1930 se vincula con la Liga Antiimperialista y también firmará el manifiesto por la creación de un sindicato de escritores revolucionarios. En 1931 aparece Los lanzallamas, segunda y última parte de Los siete locos. Un año después aparece su última novela, El amor brujo, y empezó a sentirse interesado por el teatro. Estrenó su obra 300 millones.
      Al mismo tiempo de su actividad como escritor, Arlt buscó constantemente hacerse rico como inventor, con singular fracaso. Formó una sociedad, ARNA (por Arlt y Naccaratti) y con el poco dinero que el actor Pascual Naccaratti pudo aportar instaló un pequeño laboratorio químico en Lanús. Llegó incluso a patentar unas medias reforzadas con caucho, que no llegaron a ser comercializadas.
     También se publicaron sus Aguafuertes porteñas (que puedes leer en este enlace, http://biblio3.url.edu.gt/Libros/roberto/aguafuertes.pdf),   y tras su viaje a España, dos meses antes del inicio de a sublevación, publicó en 1936 las Aguafuertes españolas.
     Murió el 26 de julio de 1942 en Buenos Aires, a causa de un infarto.  En sus relatos se describe de modo descarnado e intenso las bajezas y grandezas de personajes inmersos en ambientes indolentes. De este modo retrata la otra Argentina, no la de las clases bienpensantes sino la de los recién llegados, la de los inmigrantes que intentaron insertarse en un medio regido por la desigualdad y la opresión. Esto le costó el desprecio de la elite cultural de su época que además lo acusó de escribir de un modo "descuidado". Su capítulo más recordado es el de las diferencias reales o aparentes que enfrentaron a los grupos de Florida y Boedo. Aunque mantuvo relaciones con los escritores adscritos al primero (por algún tiempo fue secretario de Ricardo Güiraldes, a quien dedicó El juguete rabioso, y colaboró en la revista Proa), Arlt no dejó de sufrir el desdén de los martinfierristas, representantes de un arte minoritario y europeizado, jóvenes cultos que parecían detentar los derechos a la tradición literaria y a la renovación.
      Sin embargo, la obra de Arlt respira una vitalidad poca veces igualada en la literatura argentina del siglo XX y detrás de sus incorrecciones se asoma la gestación de la nueva realidad social de su país. En los años subsiguientes a su muerte ganó el merecido reconocimiento de la crítica, Cortázar fue el primer autor en reivindicar abiertamente su obra, y actualmente es considerado como el primer autor moderno de la República Argentina.

Obra
Narrativa:

El diario de un morfinómano (1920)
El juguete rabioso (1926)
Los siete locos (1929)
Los lanzallamas (1931)
El Amor brujo (1932)
Aguafuertes porteñas (1933)
El jorobadito (1933)
Aguafuertes españolas (1936)
El criador de gorilas (1941)
Nuevas aguafuertes españolas (1960)
Las Fieras 

Teatro:

El humillado (1930)
300 millones (1932)
Prueba de amor (1932)
Escenas de un grotesco (1934)
Saverio el Cruel (1936)
El fabricante de fantasmas (1936)
La isla desierta (1937)
Separación feroz (1938)
África (1938)
La fiesta del hierro (1940)
El desierto entra a la ciudad (1952)
La cabeza separada del tronco (1964)
El amor brujo (1971)

ENLACES


Para leer e imprimir la obra, deberás abrir este documento:  http://www.dad.uncu.edu.ar/upload/la-isla-desierta.pdf

La burlería

     Arlt llamó así a tres de sus obras: Un hombre sensible, La juerga de los polichinelas y La isla desierta. La palabra burlería no fue usada antes por ningún autor teatral argentino,y corresponde a una especie de narrativa y no dramática. Retóricas y diccionarios de términos literarios denominan burlería a un cuento fabuloso.
    Sin embargo, “burlería” es también la farsa guiñolesca de García Lorca “Los títeres de cachiporra”. Pero la burlería de Arlt, es otra cosa. La humorada se contrapesa con la tragedia íntima de los personajes y la ironía bordea el sarcasmo.
    

     La isla desierta (1937) conlleva un engaño, montado  como un cuento fabuloso: es el viaje imaginario a la isla paradisíaca. Los personajes viven el engaño de una existencia feliz, pero brevísima. Como bajo el efecto de un hechizo, los oficinistas se evaden de la mediocre oscuridad de sus vidas. Pero resulta un engaño cuando la puerta se abre y la presencia del Director General y del Jefe destruyen la ilusión y los golpean en un duro aterrizaje. Este sueño tiene entonces un brusca despertar: cuando los empleados se encuentran en pleno éxtasis liberador, entra a la oficina el jefe con el Director, el cual da las ordenes de despedir a todo el personal y poner vidrios opacos en las ventanas. Con ello se está impidiendo doblemente en la actualidad y en el futuro, la posibilidad de romper estructuras establecidas. Los personajes han sido burlados al confundir el sueño con la realidad. Su alineación onírica promueve la risa. También son risibles la gesticulación rígida, los diálogos ingenuos, la estructura de las frases montadas sobre repeticiones. Hay otro engaño, que es el engaño verdadero: el engaño de hombres que consagraron su vida a cosas inútiles. Creyeron vivir y morían de a poco. Nunca fueron felices, nunca hicieron lo que verdaderamente desearon. Entonces, aquella trampa de la ensoñación es en realidad el único momento de verdad. Desde el punto de vista de la burla, nos resulta cruel y percibimos un destino despiadado, ensañado en hacer infelices a las criaturas.
     El título de esta burlería,   La isla desierta,  lleva en sí una significación que en el contexto de la obra dramática adquiere un carácter simbólico; aún más, la utilización del adjetivo “desierta”, en su función de modificativo del sustantivo isla, acentúa el sentido de abandono implícito en el término.
     Hay un tema recurrente y casi obsesivo de este autor: el sinsentido de la existencia humana y la necesidad del hombre contemporáneo de fabricarse mundos de ficción.
     Podemos reconocer en esta obra dos fuerzas importantes, un conflicto, un choque: la vida oscura que han tenido Manuel y los demás empleados y el deseo de una vida feliz y aventurera, motivada por la presencia de los buques y las palabras del Mulato. El obstáculo para realizar estos deseos está fijado en los valores que impone la sociedad burguesa. Sus defensores son los jerarcas de la oficina.
     La acción se desarrolla a través de las situaciones dramáticas, el encadenamiento de éstas conforma el argumento de la obra.
     Lo que en esta obra equivale al concepto de escena se reconoce por: entrada y salida de personajes. No hay una división explicitada de las escenas, pero podemos encontrar cuatro: (sale el Jefe, dialogan solos los empleados, entra Cipriano; la nueva entrada del jefe acompañado del Director General abre la escena final).
      Desde un comienzo Manuel es el personaje que se nos revela como el portador de la acción dramática. Podemos distinguir tres etapas en su proceso evolutivo:


     1- Enfrentamiento Manuel/ jefe. (Cuando Manuel insiste en que ahí es imposible trabajar).
     2- Recuerdos y Melancolía: Siente nostalgia por la juventud perdida.
     3- Liberación: Manuel se rebela contra esa aplastante rutina que los somete.

      Los restantes diez personajes son ubicables en dos grupos específicos. El grupo de los empleados (María, Empleado 1º, Empleado 2º, tenedor de Libros, Empleada 1º, Empleada 2º, Empleada 3º, Cipriano). En una primera instancia se insinúa una especie de antagonismo entre Cipriano y el resto de los empleados, pero esto queda superado hacia el final de la obra, mostrándose como uno de los personajes con mayor capacidad de fantasía y, por lo tanto, embarcándose en el mismo sueño colectivo.
     El otro grupo está constituido por el Jefe y el Director General, representativos de una sociedad alienante y deshumanizada.
      El espacio se describe: ”Oficina rectangular blanquísima, con ventanal a todo lo ancho del salón, enmarcando un cielo infinito caldeado en azul”. Esta descripción actúa a nivel contrastivo: luminosidad del entorno frente a oscuridad de esas vidas rutinarias. A ello se agrega la siguiente situación: llevan siete años ubicados en este salón de undécimo piso (“desolada simetría”); anteriormente trabajaban en el subsuelo, donde “no nos equivocábamos nunca”y donde “uno allí estaba tan tranquilo como en el fondo de una tumba”. Lo que en apariencia debiera resultar un camino positivo ha significado un ahondamiento en los conflictos individuales.
     Cuatro espacios podemos distinguir en el transcurso de la obra, que dan cabida a distintos procesos reales o imaginarios.


     Espacio 1- La oficina. Su descripción responde a la acotación escénica inicial y este es el único espacio                          que vemos representado escénicamente. Muestra la subordinación de las personas a la                                  autoridad burocrática, semejante a la autoridad militar por su dureza. La posición central la                              ocupa el jefe.
     

     Espacio 2- La ventana de la oficina. Expresa la idea de ingreso a otro mundo y  funciona como apertura 
                         a nuevas posibilidades.


     Espacio 3- El subsuelo. Existe en la evocación de los discursos de los empleados. Era el lugar ideal                                 para realizar una vida triste y aburrida.


     Espacio 4- La isla desierta
           

      La locura es contagiosa, la visión práctica de la vida se irá a pique, los empleados uno a uno se entregarán al delirio.
      Antes de que comience el diálogo, el espectador ya sabe que la mayoría de los personajes son empleados. Porque están trabajando y hay una persona, con apariencia diferente que vigila el trabajo. El espectador puede tener la certeza, solo con mirarlos, que estos personajes son sumisos en el papel que les toca de empleados, porque sus espaldas están encorvadas. La posición de trabajar todos los días de la misma manera y en la misma postura los ha llevado a sentarse de esa manera. Puede también imaginar que el argumento está directamente relacionado con la vida de estas personas.
      

Fuente: edicionyarreglosdetextosdeestudio.blogspot.com


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