sábado, 29 de marzo de 2014

Homenaje a Horacio Quiroga







ACTIVIDAD

Lee detenidamente la leyenda de El árbol del Prado

 
Eran jóvenes, muy jóvenes. Allá por los años '30 o '40 se conocieron y se enamoraron entre los árboles del Prado, aún antes de saber que el suyo era un amor prohibido: sus familias pertenecían a clases sociales muy diferentes.   Él pertenecía a una clase social muy baja, pero ella era adinerada.  Cada vez fueron más frecuentes sus encuentros al amparo de la poesía viva del parque, y luego, del antiguo Hotel del Prado, escenario de aquella creciente pasión clandestina. No hizo falta mucho tiempo para que el amor de los adolescentes ganase espacio entre los chismes del barrio.

A pesar de ello, sus encuentros furtivos fueron haciéndose cada vez más frecuentes. Paseaban a la sombra de los árboles del arroyo Miguelete aún cristalino, bordeando luego los parques y las rosaledas del antiguo hotel del Prado. Fue creciendo así una pasión tan prohibida como inevitable y que jamás pudieron disimular.

Poco a poco, a medida que la relación se hacía más evidente, su presencia fue una mancha incómoda para una sociedad conservadora, encorsetada y llena de prejuicios. En el vecindario corrieron rumores sobre ambos, transformados luego en una serie de chistes maliciosos.  Muy pronto, el vecindario entero daba cuenta de su ternura transgresora al punto de que, una tarde de primavera, la joven pareja tuvo que reconocer que ya no podrían sostener más el vínculo que, para entonces, constituía ya el sentido de sus vidas.

Como resultado, los jóvenes sufrieron el escarnio público y una censura violenta por parte de sus padres:  la familia de la joven prohibió terminantemente que volvieran a verse, intentando generar en la pareja un sentimiento de culpa y una profunda vergüenza.

Un día de primavera, los jóvenes volvieron a verse por última vez en el Prado, cuando el sol caía y las sombras de los árboles jugaban con la vieja fachada del hotel. Sabían que el suyo era un vínculo que no podían mantener, y antes de perder para siempre la relación que había pasado a constituir el sentido último de sus vidas, decidieron acabar con su existencia. Se suicidaron juntos, al pie de uno de los tantos árboles, donde fueron hallados recién a la madrugada siguiente. El árbol - un ombú añejo  aún sigue en pie en esa zona del Prado, y aunque cuando despunta la mañana es imposible identificarlo, narran los vecinos que al caer la tarde, si uno se acerca lo suficiente, pueden escucharse los suspiros finales de los jóvenes amantes. Por las noches, algunas veces, aparece extrañamente iluminado y quien pasa por allí tiene la inquietante sensación de que alguien o algo lo observa, y que no es sólo el árbol lo que respira en esa zona mágica del Prado.




*  Ahora, es hora de trabajar.  En grupos de 3 - 4 personas, deben escribir un texto informativo cuyo tema sea este suicidio, en este lugar y con la información extraída de la leyenda.  Debe cumplir con el formato de toda noticia periodística, para lo que te recomiendo que tomes un diario actual como modelo.   

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