Hay una canción en lo profundo de ti. Has nacido para entonar una canción y te estás preparando para ello. Estás paseando por todo el escenario con todo tu atuendo, pero se te está olvidando cantar. Estás sosteniendo el micrófono, pero te mantienes en silencio. Hasta que llegue ese momento, te sentirás intranquilo; sentirás intranquilidad hasta que entones la canción, motivo por el que estás en el escenario. No importa si sientes que desafinas momentáneamente... ¡Adelante! ¡Canta!
Sri Sri Ravi Shankar
Ninguna tarea es más urgente para los docentes que la de instruir a nuestros jóvenes en las cuestiones básicas de la ética como son la moral, el deber, la felicidad y el buen vivir. Tal instrucción, necesariamente ha de realizarse de forma que los adolescentes se sientan respetados en su libertad y, al mismo tiempo, se consideren valorados y no lo entiendan como una simple imposición. Las pautas de interpretación de las que les dotará el docente de literatura, se proponen hacerlos sentir orientados ante las diversas encrucijadas que seguramente encontrarán en la vida diaria. Sin embargo, es necesario que sean capaces de interiorizarlas, para considerarlas como algo propio y no impuesto.
Un método ideal para formar en cuestiones éticas, es la lectura penetrante de obras literarias de calidad. Cierto es que la obra literaria no es un medio para comunicar determinadas experiencias del autor, sino que es el medio en el cual realiza él mismo tales experiencias. Cuando un autor escribe una obra, está entrando en juego con la realidad descrita en ella, que no se reduce a un conjunto de objetos, sino que es en todo rigor una trama de ámbitos, una historia viva. La obra literaria es un campo de juego y de iluminación.
Por eso, interpretar una obra no se reduce a verla desde fuera y hacerse cargo de lo que en ella acontece. Significa entrar en juego con ella, rehaciendo personalmente sus experiencias clave - aquellas que impulsan la acción y le dan sentido-. La interpretación literaria, nos mueve a trascender en todo momento la apariencia de los acontecimientos y penetrar en su sentido más hondo, incentivando además, la capacidad creadora del sujeto.
La buena literatura aviva en el hombre el sentido de lo esencial, lo orienta y le otorga confianza en su capacidad de cambio. De ahí su gran poder formativo.
Articulo completo: http://www.hottopos.com/convenit/lq1.htm
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