Literatura latinoamericana
La literatura
latinoamericana surge, estrictamente, con el advenimiento del modernismo de
José Martí, Rubén Darío, José Asunción Silva, apartándose del cánon europeo.
El momento de mayor auge de la literatura
latinoamericana surge mediante el denominado Boom y que corresponde con la denominada
literatura real-maravillosa.
El término Realismo Mágico no es originario de la literatura, y fue acuñado hacia 1925 por el crítico alemán Franz Roh, quien lo utilizó para describir a un grupo de pintores post-expresionistas, pero después fue tomado por los críticos literarios para definir una nueva tendencia narrativa hispanoamericana entre 1950 y 1970. El realismo mágico se puede definir como la preocupación estilística y el interés en mostrar lo común y cotidiano como algo irreal o extraño: el tiempo existe en una especie de fluidez intemporal, y lo irreal acaece como parte de la realidad. El escritor se enfrenta a la realidad y trata de desentrañarla, de descubrir lo que hay de misterioso en las cosas cotidianas, la vida y las acciones humanas. El realismo mágico no es una expresión literaria mágica, su finalidad no es la de suscitar emociones, sino más bien expresarlas. La estrategia del escritor pasa por sugerir un clima sobrenatural sin apartarse de la naturaleza, deformando para ello la percepción de las cosas, los personajes y los acontecimientos reconocibles del argumento. Para esta finalidad, el escritor se abstiene de emitir juicios lógicos, no destaca las ambigüedades ni se detiene en análisis psicológicos de sus personajes, que, además, jamás se desconciertan frente a los eventos sobrenaturales que viven. En contraposición a las definiciones clásicas de lo que es la literatura fantástica, el realismo mágico expresa una alteración milagrosa de la realidad, en la que se evita inducir cualquier efecto de sobrecogimiento o terror frente a los hechos sobrenaturales que se describen. Esta expresión de emociones no se hará en forma poética, sino en prosa (novelas y cuentos) porque, al fin, lo que se pretende es narrar una historia. El realismo mágico tiene sus raíces en la propia cultura latinoamericana, a partir de las interpretaciones de los europeos en la etapa de la colonización del nuevo continente. Las crónicas españolas de esa época (siglos XVI-XVII) son ricas en el relato y descripción de cosas absolutamente maravillosas, producto de la extrañeza que provocaba en los exploradores todo lo que veían en sus viajes, desde animales fantásticos hasta ciudades ocultas, pasando por fuentes de la eterna juventud y árboles cuyos frutos eran capaces de proporcionar lo que los hombres necesitaban para su subsistencia. Durante los años 20 y 30 del siglo XX, muchos escritores y artistas latinoamericanos viajaron a Europa para incorporarse al surrealismo, buscando los aspectos sobrenaturales necesarios para crear una realidad basada en los sueños y el subconsciente. Cuando esos artistas latinoamericanos volvieron a América, cayeron en la cuenta de que la realidad con la que se reencontraban en sus países tenía un nuevo sentido para ellos, porque los indios y los negros americanos vivían en una realidad afincada en lo mágico sin recurrir a los sueños que tanto preocupaban a los europeos. Esa mezcla de fantasía y realidad surge también de una línea directa nacida de nuevo en Europa de la mano de narradores como Franz Kafka (El castillo, La metamorfosis, El proceso), que pretendía reflejar lo absurdo de la sociedad humana a través de lo fantástico hecho cotidianidad, precisamente como forma de mostrar el absurdo existencial.
MAPA CONCEPTUAL SOBRE EL REALISMO MÁGICO: CARACTERÍSTICAS Y EXPONENTES
Cuando se habla de realismo mágico en Cortázar, se alude ciertamente a la distorsión temporal y espacial, a la combinación de lo real con lo irreal, a la fundición de elementos fantásticos, extraños, grotescos, con situaciones cotidianas perfectamente plausibles.
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