ANALISIS
DEL CUENTO ALGUIEN DESORDENA ESTAS ROSAS Gabriel García Márquez
El comienzo de
la historia narrada está marcada por un suceso trágico: el
fallecimiento del niño (personaje testigo). El tópico de la presencia de un muerto va a ser
una de las obsesiones de García Márquez, como se puede ver en muchos de sus
cuentos, incluso los que integran el volumen Ojos de perro azul. Algunos
tratan de manera directa el tema del muerto vivo o habitante de un submundo que
vuelve a aparecer, como el fantasma de un niño muerto encargado de desordenar
las rosas de una vendedora de flores con el fin de llevarlas a su propia tumba.
Es un cuento de culto funerario
La historia está narrada en retrospectiva,
pero hay una selecciona del espectro del niño, que elige qué relatarnos del
pasado y del presente abstracto, sin descuidar a su antigua compañera de juegos, la que constituye el
personaje protagónico y a quién está vinculado espiritualmente.
El cuento tendía
como tema principal la intervención de lo mágico en lo real; la fuerza del espíritu más allá
de la muerte, ese poder de
trascendencia del alma incluso después de la
inexistencia física. También se observan
una serie de subtemas como: el recuerdo, la soledad, la impotencia al tratar de
alcanzar constantemente las rosas, la religión que se evidencia con
el altar para sus santos, la inseguridad y el deseo.
El conflicto
que mueve la trama es la muerte del niño, que a la vez se convierte en un
conflicto interno de este personaje principal. El fallecimiento será el punto
de partida con el que el personaje protagónico (la muchacha) y el otro
personaje principal se apartan físicamente, aunque el segundo sigue manteniendo
una conexión mística. Existen también otros conflictos como: la presencia de la mujer, que no le permite al
fantasma alcanzar las rosas para realizar su voluntad:
[…] desde hace
tres o cuatro domingos estoy tratando de llegar hasta las rosas, pero ella ha
permanecido vigilante frente al altar; vigilando las rosas con una sobresaltada
diligencia […]
El cuento desde el principio nos muestra un carácter oscuro, en el se aprecia un argumento interesante: tras la caída de una
escalera, un niño que ha sido acompañado por una pequeña de cinco años a coger
nidos en un establo, muere instantáneamente, en una lluviosa tarde de agosto.
Luego del terrible accidente, la familia decide abandonar la casa, todos, menos el fantasma del muchacho y sólo
veinte años más tarde la niña, transformada ahora en una muchacha, regresa otra
vez. Transcurren entonces otros veinte años, y la mujer, que se dedica a cultivar rosas, se convierte en guardiana celosa de la
habitación donde tiene un altar para los santos, les coloca flores y cree
inseguramente que alguien "el viento" se las desordena. El narrador es una voz, una instancia que nos
guía y narra la secuencia de acciones. Es muy importante como emisor, pues será el personaje a través del cual
el autor implícito nos contará la historia.
El relato nos
revela un narrador personaje con un grado de conocimiento equisciente, que sin poder ingresar en la conciencia del personaje
protagónico, funciona en su narrar como un verdadero testigo de los sucesos. A
este tipo de narrador se le conoce como testigo directo y posee a su vez un
nivel de saber limitado:
[…] Dio varias
vueltas por el cuarto con el ramo de rosas antes de abandonarlo
en el altar. Luego salió al pasadizo, viró adentro y se dirigió a la pieza
vecina. Yo sabía que estaba buscando la lámpara. Y después cuando volvió […]y
la vi en la claridad[…]
Es una voz que
por momentos narra en primera persona aunque posiblemente la
mayor parte del relato adopte la tercera persona gramatical, ya que los hechos
involucran a otros (hechos a los que él asiste como simple testigo). Aunque
narre en tercera persona, no se debe confundir con el narrador omnisciente,
pues este desconoce numerosas cosas sobre el resto de los personajes.
La presencia de
varios narradores implica, al mismo tiempo, la existencia
simultánea de otras tantas voces, visiones y
narratarios ( el narratario es el receptor, el interlocutor del narrador).
Todo lo que
piensa, recuerda y quiere el fantasma del niño, debido a su condición y a que
nos narra desde un espacio distinto al real, solo puede ser captado por él
mismo.
[...] dejé de
moverme en la habitación, después de haber fracasado en mi primer intento de
llegar al altar para coger las rosas más encendidas y frescas. Tal vez hoy
hubiera podido hacerlo [...] El pronombre
indefinido ¨alguien¨ que aparece al final del relato y en el título, confirma
la afirmación anterior.
Si de Focalización hablamos, decimos que esta palabra es sinónimo de
visión y nos indica el punto de vista a través de la cual se presenta la
historia en el texto. Es la elección de una perspectiva, o varias, desde la que
se aborda el conjunto de la historia. En
este caso, se ha elegido focalizar desde la perspectiva de un personaje, y por
lo tanto, es interna fija (perspectiva de un solo personaje) donde el narrador
cuenta y sabe tanto como el personaje.
Tendremos acceso, de esta forma, al mundo
interior del mismo y a lo que éste pueda llegar a conocer acerca de lo que
ocurre en torno suyo, pero nunca a los
pensamientos de los demás personajes.
El texto
narrativo tiene solo dos dentro de la ficción: el muchacho que no sobrevive al
desplome del cual es víctima y la pequeña que compartió con este su efímera infancia. El primero es un
personaje testigo (simplemente ve y cuenta la acción del protagonista) y
constituye simultáneamente el narrador del relato (narrador personaje). Nos
cuenta una historia, el relato de su muerte, que es sobre todo el
testimonio de la vida de la niña (la cual fundamenta su compañía, y sentido de
existencia), ambas historias se funden en una. La mujer, por otra parte es el
personaje protagonista, aunque ambos también pueden considerarse personajes
principales – incluyendo al espectro -, porque los dos cumplen funciones
decisivas en el desenvolvimiento de la acción, cambian sus estados de ánimo y
aún en su personalidad.
La mujer constituye un
personaje dinámico pues su carácter va evolucionando, moldeándose con el paso
del tiempo y a través de la trama, mientras que el muerto se muestra como un
personaje estático; esta categoría engloba un modelo psicológico en este
caso, el personaje estático atraviesa experiencias, pero sus cambios no borran
o corrigen la decisión con que ha sido trazado.
La niña que más
tarde se transformará en adulta, se desarrolla, y es por eso, un personaje redondo, característica que es propia de los
principales o del protagonista, los cuales sufren cambios y son más ricos en su
elaboración. El espíritu evidencia un personaje plano, no cambia a lo largo de
la acción.
Se debe destacar
que aunque es un niño el que fallece, sus intervenciones como personaje que
cuenta son maduras en cuanto a la expresión. Narra como un hombre, con mayor solidez e
intención en sus palabras.
El personaje
que representa al espíritu se muestra así mismo mediante el método directo del pensamiento, pero a su vez utiliza
un segundo método indirecto para dirigirse, también mediante el pensamiento, a
la protagonista. Señala de ella sus características físicas, se mueve en el
tiempo y el espacio contándonos el pasado de la misma.
[…]No parecía
entonces la mujer que desde hace veinte años cultiva rosas en el huerto, sino
la niña que desde aquella tarde de agosto trajeron a la pieza vecina […] que
regresaba ahora con una lámpara, gorda y envejecida cuarenta años después […]
Podemos
conocerla además porque se nos revelan sus características en el texto a través
de sus acciones.
En el caso
específico del tiempo en la narración: no se respeta la linealidad temporal. El
cuento no sigue un esquema ordenado como el argumento narrativo. El tiempo de
la trama (relato) no coincide con el tiempo de la historia, debido a que el narrador se dedica desde el
presente a contar todo lo referido a la niñez, su muerte y el pasado de la
protagonista, además de que se apoya para esto en la técnica de la corriente de
conciencia la cual no respeta orden cronológico.
Márquez hace
uso de la mezcla de narraciones (anterior, simultánea y ulterior) o narración
intercalada, para tornar más atractiva la historia.
[…]Iré hasta la
colina, las pondré sobre el túmulo y regresaré a mi silla […]
En el ejemplo
antepuesto se recrea la narración anterior. Se utiliza el tiempo futuro para
contar las acciones antes de que sucedan. Este texto se caracteriza por el
discurso predictivo, de carácter profético, se anticipan los sucesos.
[…] pienso
llevar un ramo […] a mi tumba. Rosas rojas y blancas de las que ella cultiva
para hacer altares y coronas […]
Este ejemplo
sin embargo aborda la narración simultánea a través del presente del indicativo
(tiempo del narrador y tiempo de lo narrado se confunden). Se narra lo que va
ocurriendo a medida que ocurre. Así le confiere inmediatez al relato.
[…]Ella volvió
muchos años después […]el olor a almizcle del cuarto se había confundido con el
olor del polvo[…]
El tiempo
narrativo (dinámica dentro de la
narración) es rápido, fluido. Las técnicas de desarrollo presentes tales como
el uso de digresiones del narrador y descripciones, son tan sutiles, que en el
caso de las segundas cuando se crea una breve pintura de la colina donde
entierran a los muertos, apenas logramos percibirla; lo mismo sucede al
mencionar algunas características de la mujer, por lo que la pausa en el tiempo
es muy corta.
También se
presencian saltos temporales que reflejan un tiempo que pasa en la historia,
pero que no se cuenta. Estas producen lagunas temporales de conocimiento en el
lector y dan sensación de ritmo dinámico en la narración. Incluso el lector puede percibir el paso del
tiempo aunque no se indique expresamente.
En el caso del
aspecto espacial. Los personajes se desarrollan en algún lugar, el autor
implícito no detalla el nombre del pueblo (espacio innominado) y además no se
puede precisar si se encuentra habitado. Tampoco se define las características
del sitio pero sabemos que tiene una colina casi sin árboles por lo que se
puede afirmar la presencia de un espacio rural. Los espacios referenciales o físicos
de modo general, son escasos: el pueblo, la colina, la casa, la habitación, la
tumba, el establo, el huerto. Estos espacios garantizan la verosimilitud del
texto.
La tumba
ratifica la presencia de un espacio cerrado al igual que las habitaciones y la
casa. Para el fantasma estos espacios referenciales simbolizan una especie de
falta de libertad que se marca, en el
caso de los segundos, reiteradamente con la puerta (espacio de transición), la
cual le sirve de frontera entre la habitación y
el exterior de la casa. A su vez los lugares mencionados constituyen con
excepción de la tumba, que connota también un espacio oscuro, espacios
interiores ya que son el escenario donde se produce la narración.
La colina es el
cementerio del lugar, por lo cual es un espacio desierto pero es al mismo tiempo
abierto y exterior, su llegada a este lugar con las rosas para adornar su
túmulo, constituye el mayor deseo del fantasma. Se debe señalar además que el
narrador personaje aunque observa todos los acontecimientos y siempre está
cercano a la protagonista, se desarrolla en un espacio abstracto, totalmente
distinto del real aunque paralelo. Este espacio le sirve para percibir todo lo
que narra; a veces parece que lo atraviesa para alcanzar su objetivo y hasta se esconde
innecesariamente de la mujer, pero lo verídico es que su mundo fantasioso es la
barrera que oculta su presencia y la delimita de lo vivo.
En cuanto a la
distancia que mantiene el narrador respecto a los hechos narrados podemos decir
que se encuentra en un lugar diferente pero cercano. Esto se evidencia con la
presencia del adverbio de lugar ¨aquí¨ y conociendo además que es un narrador
personaje y testigo directo de lo que cuenta. Siempre su posición será cercana
a la mujer.
El cuento
presenta una serie de técnicas que comprueban aún en un texto tan corto la
grandeza del autor colombiano como son las mudas espaciales de narrador, de
realidad, y de tiempo. Se utilizan además la analepsis y el monólogo interior.
El autor desde
el comienzo de la historia nos revela la presencia de lo fantástico a través de
un cambio de realidad. Pasa de esta manera a un plano puramente imaginario, un
territorio espiritual, inasible, desde el cual nos cuenta lo que sucede en el
plano real. Se vale de un fantasma para mostrarnos la ficción donde la
protagonista desconoce por completo lo que sucede, y le atribuye la culpa del
desorden de las rosas al viento. Sabemos que es un muerto el personaje que
narra ya que él mismo pretende llevar flores a su lápida.
La analepsis o flash back por su lado es la
anacronía consistente en un salto
hacia el pasado en el tiempo de la historia, siempre en relación a la línea
temporal básica del discurso marcada por el relato primario.
En el relato, abundan las retrospectivas, elemento al cual
recurre el autor implícito para visualizar a través del narrador los recuerdos
de su vida al igual que la de la protagonista. El narrador toma como punto de
partida su presente incierto para ofrecernos, mediante reminiscencias, el
pasado compartido con el personaje principal.
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