ACTIVIDAD
Lee detenidamente la leyenda de El árbol del Prado.
Eran jóvenes,
muy jóvenes. Allá por los años '30 o '40 se conocieron y se enamoraron entre
los árboles del Prado, aún antes de saber que el suyo era un amor prohibido:
sus familias pertenecían a clases sociales muy diferentes. Él
pertenecía a una clase social muy baja, pero ella era adinerada. Cada vez fueron más frecuentes sus encuentros
al amparo de la poesía viva del parque, y luego, del antiguo Hotel del Prado,
escenario de aquella creciente pasión clandestina. No hizo falta mucho tiempo
para que el amor de los adolescentes ganase espacio entre los chismes del
barrio.
A pesar de
ello, sus encuentros furtivos fueron haciéndose cada vez más frecuentes.
Paseaban a la sombra de los árboles del arroyo Miguelete aún cristalino,
bordeando luego los parques y las rosaledas del antiguo hotel del Prado. Fue
creciendo así una pasión tan prohibida como inevitable y que jamás pudieron
disimular.
Poco a poco, a
medida que la relación se hacía más evidente, su presencia fue una mancha
incómoda para una sociedad conservadora, encorsetada y llena de prejuicios. En
el vecindario corrieron rumores sobre ambos, transformados luego en una serie
de chistes maliciosos. Muy pronto, el
vecindario entero daba cuenta de su ternura transgresora al punto de que, una
tarde de primavera, la joven pareja tuvo que reconocer que ya no podrían
sostener más el vínculo que, para entonces, constituía ya el sentido de sus
vidas.
Como
resultado, los jóvenes sufrieron el escarnio público y una censura violenta por
parte de sus padres: la familia de la
joven prohibió terminantemente que volvieran a verse, intentando generar en la
pareja un sentimiento de culpa y una profunda vergüenza.
Un día de
primavera, los jóvenes volvieron a verse por última vez en el Prado, cuando el
sol caía y las sombras de los árboles jugaban con la vieja fachada del hotel.
Sabían que el suyo era un vínculo que no podían mantener, y antes de perder
para siempre la relación que había pasado a constituir el sentido último de sus
vidas, decidieron acabar con su existencia. Se suicidaron juntos, al pie de uno
de los tantos árboles, donde fueron hallados recién a la madrugada siguiente. El
árbol - un ombú añejo aún sigue en pie en esa zona del Prado, y aunque cuando despunta la
mañana es imposible identificarlo, narran los vecinos que al caer la tarde, si
uno se acerca lo suficiente, pueden escucharse los suspiros finales de los jóvenes
amantes. Por las noches, algunas veces, aparece extrañamente iluminado y quien
pasa por allí tiene la inquietante sensación de que alguien o algo lo observa,
y que no es sólo el árbol lo que respira en esa zona mágica del Prado.
* Ahora, es hora de trabajar. En grupos de 3 - 4 personas, deben escribir un texto informativo cuyo tema sea este suicidio, en este lugar y con la información extraída de la leyenda. Debe cumplir con el formato de toda noticia periodística, para lo que te recomiendo que tomes un diario actual como modelo.
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